Es un dramón de cuidado, pero emocionante de principio a fin, en ningún momento se hace pesada.

Aunque parezca mentira, la niña protagonista (Keisha Castle-Hughes) no era actriz antes de hacer la película, fué elegida en un cásting en Nueva Zelanda, y ojito,del papelón que se marca fué nominada al óscar a mejor actriz a sus 13 años.
A quien no la haya visto, se la recomiendo al 100X100, buena fotografía y una banda sonora muy bien "encajada". Ya tardáis en bajarla.